La Columna de Venegas: Lagunas Peligrosas


Por Eduardo Venegas
Después de ver algunas imágenes de la criminal falta cometida por Axel Witsel, del Standard de Lieja, sobre el polaco Marcin Wasilewski, del Anderlecht de Bruselas, me vino a la mente la fractura de Eduardo Da Silva, el año pasado. En aquella ocasión, Martin Taylor, jugador del Birmingham hizo una imprudente y violenta entrada, por decir lo menos, que dejó al brasileño naturalizado croata fuera por el resto de esa temporada y de la Eurocopa. Detalles más, intenciones menos, el resultado en ambas jugadas fue una escalofriante lesión, que retira a un jugador de las canchas durante varios meses. Después de un largo período de espera y la rehabilitación necesaria, el futbolista de Arsenal ha vuelto a la actividad, y esperemos que Wasilewski pueda hacerlo también. Pero qué sucede en el otro lado de la moneda? Es indiscutible que una entrada así debería ser castigada de manera sumamente rigurosa y ejemplar, no sólo por la impartición de justicia que eso conllevaría, sino para sentar un precedente.

Lamentablemente, la reacción ante estas situaciones no ha sido lo contundente que podría esperarse. En el caso de Taylor, recibió una suspensión por tres partidos: tres partidos para un tipo que dejó fuera a un compañero de profesión durante casi un año; esa fue la manera en que la Football Association castigó al central del Birmingham. Ante la solicitud de FIFA por infligir un correctivo más severo, la Federación Inglesa alegó que el mismo Eduardo había disculpado a Taylor, además de la falta de intención. Equivocada decisión, desde mi perspectiva, pues la imprudencia merece también ser castigada, y si bien es cierto que la no intención puede ser un atenuante, puedo asegurarle que el shock que sufrió Da Silva no hubiera sido menor si le hubieran explicado al momento de salir en camilla que Taylor “no quiso hacerle daño”, ni por ello se redujo un solo día su rehabilitación.

En cuanto a Witsel, la situación parece aún más grave, pues observando las diferentes imágenes, no encuentro modo alguno de justificar la atrocidad cometida por el belga. Cobarde, criminal, alevosa, son sólo algunos de los adjetivos que puede usted emplear para calificar lo que el del Standard de Lieja hizo. Pese a que él alega no haber tenido intención de lastimar a su rival, la posición de su pierna, no deja borde para la justificación: sólo intentando hacer blanco en la espinilla del polaco se entiende que pudiera causar un daño de esa magnitud. De acuerdo a la resolución de la Federación Belga, Witsel estará suspendido hasta el 23 de noviembre: poco menos de tres meses. Se estima que Wasilewski  estará fuera cerca de un año. Esto, por supuesto, teniendo confianza en que su cuerpo reaccione de la mejor manera y consiga retomar su nivel. Justicia?

Claro está que la yerba no se corta igual en todas partes. En abril del año pasado, Mario Andricevic, futbolista croata del Cibalia, recibió una sanción de seis meses, debido a una entrada sobre Mladen Pelaic, del Hajduk, muy similar a la que mandó a Eduardo Da Silva a la lona durante 12 meses. Kresimir Vlajcevic, juez disciplinario de la Federación Croata señaló que se penalizó a Andricevic “con la sanción mínima, ya que el mismo Pelaic declaró que no hubo intención en la entrada del rival. De otra forma, al culpable le habrían tocado hasta dos años”. El castigo impuesto por la Federación Croata resulta más justo, en un renglón en el que muchas voces piden que los agresores queden fuera de toda competencia durante el mismo tiempo que sus víctimas. Ante esta disparidad de criterios, bien valdría la pena que FIFA estableciera reglas más claras para castigar acciones como las comentadas, para evitar que la excesiva blandura de algunas federaciones en complicidad con las lagunas de los reglamentos, instituya peligrosos antecedentes. Dejar la seguridad de los futbolistas a expensas de que los rivales sean biennacidos resulta demasiado riesgoso.

En lo que respecta al Standard de Lieja - en voz de su director general, Pierre François-, se han declarado “atónitos” por la decisión, pues ante “incidentes” similares las sanciones han sido de tres ó cuatro partidos. Interesante eufemismo para designar el atentado perpetrado por Witsel contra la pierna de Wasilewski. Atónito debe haberse mostrado el polaco cuando vio su pierna saltar en pedazos, e indignado cuando se enteró del modo en que el cavernícola que la destrozó será “castigado”.



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